13 junio 2008

Del concierto de ayer

Ir a un concierto siempre es un placer, no importa si disfrutas cerrar los ojos y solo escuchar, o si prefieres solo oir pero abrir bien los ojos a lo que sucede; no importa si es rock, pop, canto lírico, música orquestal; no importa si es la OFSON, la OSX, la Filarmónica de Berlín, Café Tacuba, Jesse & Joy, Ozziel o Margarita "la diosa de la cumbia"... ir a un concierto siempre es un placer.

Y ayer, fue un día de esos en que de plano dobleteas conciertos. Primero la grabación de Héctor, después fui a graduarme los lentes, y después a la Uni... en la Uni saqué el veintiúnico libro de Theodore Adorno en la ciudad, o tal vez en el Estado (jajajajaja... qué ridículo). 
Después de eso, con un café y una dona fui al Centro de las Artes, vi a Sarahí Cara de Papa, su amiga Cházaro, Perla, Edna Hada, Patus, y Hada que no recuerdo su nombre. Y luego, fui al concierto-examen de los alumnos de la maestra Gabriela Copca.
¿Qué puedo decir? Son alumnos en formación, definitivamente se nota una diferencia abismal entre ellos, y creo que hay valores musicales muy buenos en ese grupo.
Pero lo que cerró la noche, fue la magnífica presentación que tuvo la Orquesta Filarmónica de Sonora. El concierto en Am de Edward Grieg fue un goce, y aunque siempre voy a los dos conciertos de cada programa, ayer cuando terminó el concierto, definitivamente no quería esperar para regresar a escuchar a la Orquesta. Varios motivos existen para ello, la Orquesta realmente cambia y siendo los mismos músicos tiene un mejor sonido, ésta vez dirigidos por el maestro Khosrov.
Y cerré los ojos y los escuché, y respiraba lento, y me dejé llevar por las notas, más allá del puritanismo que a veces nos afecta a los que "estudiamos música" y al análisis de la música que involuntariamente hacemos. Y abrí los ojos y ubicaba a los músicos en el escenario, y los oía solamente a lo lejos, y presenciaba lo que puede resultar en que crezcamos, todos los que vivimos en la ciudad de sol, y que nos regalen cada vez mejor música, que el placer de ir a los conciertos no sea "juecear", que ya no haya distracciones.